El metro es un servicio público de propiedad pública, pero no gratuito; de hecho lo pagamos dos veces: directamente como usuarios e indirectamente con nuestros impuestos.
Cuando se usa un servicio del bien público por necesidad, desde #tapalamarca no deseamos que por usarlo se nos utilice como conejillos de Indias, porque ni aprobamos la publicidad sobre el nombre de estaciones, ni ningún otro tipo de publicidad alienante comercial, multimedia o clásica en paneles, pantallas, altavoces, vallas, etc.
Se puede cuestionar ideológicamente o legalmente si la publicidad que estamos obligados a visionar/oír en espacios de propiedad privada (gratuitos o no y que deberíamos poder seleccionar o elegir libremente) es lícita, abusiva, etc.; pero un servicio público al que tenemos la necesidad de acceder, debería excluir por derecho que nos forzasen a ser condicionados por esa publicidad comercial (del todo prescindible, en nuestra opinión).
Si no somos libres para dejar de ver y oír el bombardeo mediático constante, no seremos libres para abandonar el consumismo y ejercer un consumo responsable. Tan simple y complejo como eso, porque si tal cosa no fuese así, si esa influencia mediática brutal no existiese (el publicitar usando «la ratonera» del Metro para influir en sus usuarios) no sería rentable para todas aquellas empresas que invierten en él y nos ven como previsibles «ratones» a los que presionar en -cuestionables necesidades- bajo «marca».
Pero además, como los gastos de la publicidad de esas empresas son repercutidos en su coste , al que sumarán beneficios por producto; el Metro lo acabarían pagando algunos en tres ocasiones, y tendrían más riesgo aquellxs que normalmente coinciden con los más vulnerables: «estudiantes» «adolescentes» «personas sin concienciación o sin cultura de compra responsable» «consumidores compulsivos»… Un teórico ahorro por usar el metro, que a muchos usuarios le saldrá muy caro y al que se verán abocados irremediablemente.
Desde #tapalamarca también creemos que con una gestión responsable de las cuentas del Metro de Madrid, con salarios decentes a los empleados y no desproporcionados en la directiva, eliminación de enchufes, con buena gestión de gastos/ingresos, sin despilfarro, sin amiguismos, sin comisiones o prebendas por contratos a terceros, sin corrupción y sin robo y otras mamandurrias tan típicas del gobierno de la Comunidad de Madrid, se podría mantener el servicio público con coste de billete por usuario, mucho más bajo y sin recurrir a la publicidad comercial en absoluto.
De cualquier forma, no podemos asumir que la gestión «será siempre mala», para justificar la invasión publicitaria, ni justificar la aportación publicitaria para compensar su mala gestión o despilfarros. Sería un absurdo.
Y sí creemos que con voluntad política y ciudadana, podríamos convertir el uso del servicio metropolitano, en un transporte más rápido, eficiente, de calidad, seguro, económico y ecológico, y con visión creativa y cultural, también conseguiríamos convertir el Metro de Madrid en un placer visual y auditivo, siendo de verdad una marca de decencia, comunicación para todxs y ejemplo de responsabilidad con lo social y procomún.